sábado, 10 de diciembre de 2005

A veces las circunstancias se empeñan en demostrarnos que nadie tiene el control de nada. Ingenuamente pensamos que nuestra vida nos pertenece, que somos dueños de nuestro propio destino, que el futuro está en nuestras manos, pero cuando menos lo esperas, cuando crees que todo está bien, que las cosas mejoran...¡zas!, todo vuelve a caer... supongo que el pesimismo de estas palabras se debe a diez horas de viaje a las espaldas, a la falta de sueño y a la rabia por no entender qué es lo que está pasando... Es duro darse cuenta de que te has acostumbrado a que lo único que te quede de la gente que quieres es el recuerdo... al menos eso no te lo puede quitar nadie.